El estudio de los seres humanos no puede ser independiente de su entorno, el cual está conformado por diversos elementos naturales, culturales, socioeconómicos, políticos, entre otros. En lo referente a los elementos naturales, la interacción de los seres humanos con el medio ambiente es un elemento que el análisis de la economía convencional no toma en cuenta.
Las políticas públicas ambientales, económicas, sociales y de otro tipo están a menudo tan relacionadas que una decisión en un sector afecta los objetivos y el desempeño de otro sector. Para reconocer esto, en el pasado se han evaluado políticas públicas en función de sus impactos ambientales, económicos o sociales.[1]
El estudio de la economía ambiental integra los sistemas ambientales y ecológicos en modelos económicos. Evalúa cómo estos cambios influyen en las predicciones positivas (como realmente es) y recomendaciones normativas (como debe ser) del análisis económico.[2] Es decir, evalúa los modelos económicos y sus consecuencias en función del impacto que tienen en el entorno natural.
La economía ambiental asume que hay bienes o mercancías que le interesan a la población, ya sea directamente porque mejoran el bienestar individual o indirectamente porque influyen en la producción de otros productos básicos. Estos objetos, conocidos como objetos de elección ambiental, tienen características diversas y son el resultado de múltiples actividades.[3]
Hay seis áreas temáticas que organizan la descripción anterior: (1) los problemas de asignación que se plantean, tales como los bienes públicos y las externalidades;[4] (2) el diseño de políticas en función del contexto y desempeño; (3) las medidas para la cantidad de servicios ambientales y sus valores económicos; (4) la evaluación de los riesgos; (5) las implicaciones distributivas; y (6) las interacciones entre el crecimiento y los recursos ambientales[5].
En los últimos años, ha habido un consenso entre ecologistas y, en menor medida, ente economistas sobre lo incorrecto que es el análisis de la economía sin tomar en cuenta al medio ambiente: la producción, el comercio y las decisiones de consumo deben de ser modeladas de modo que el entorno natural esté presente.[6]
A medida que ha crecido la investigación económica ambiental sobre el cambio tecnológico, la importancia de considerar las fallas del mercado para el conocimiento, así como las externalidades ambientales, se ha enfatizado. En particular, la demanda de un aumento del apoyo gubernamental a la investigación y desarrollo respetuosa con el medio ambiente está motivado por la necesidad de superar esas fallas.[7]
Así, la economía ambiental es una especialización particular de la economía que estudia dos cuestiones relacionadas: el problema de las externalidades ambientales y la determinación del precio óptimo de un recurso. Ambas como un medio para mitigar las externalidades que vienen con el uso incorrecto del medio ambiente y los recursos naturales.[8] Como podemos percibir, la propuesta de la economía ambiental está en sintonía con el pensamiento social del Papa Francisco, quien en Laudato si’, y dado que todo está conectado, propone pensar en una ecología integral. Sin duda, no debemos descuidar la exigencia del papa de “pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo”[9] y hemos de seguir explorando soluciones para mitigar la gran crisis que nos aqueja.
Melannie Hernández Robles
Estudiante de la licenciatura en Economía por el Centro de Estudios Económicos del Colegio de México. También es titular de la Dirección Interna de la revista Almanaque Económico.
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Bibliografía
Morrissey, Karyn. «Resource and Environmental Economics.» En International Encyclopedia of Human Geography, de Audrey Kobayashi, 463 - 466. -: Elsevier, 2019.
Mueller, Natalie, Mark J. Nieuwenhuijsen, y David Rojas-Rueda. «Quantitative health impact and burden of disease assessment of traffic-related air pollution.» En Traffic-Related Air Pollution, de Haneen Khreis, Mark J. Nieuwenhuijsen, Josias Zietsman y Tara Ramani, 339 - 359. -: Elsevier, 2020.
Popp, David, Richard G. Newell, y Adam B. Jaffe. «Energy, the Environment, and Technological Change.» En Handbook of the Economics of Innovation, de Bronwyn H. Hall y Nathan Rosenberg, 873 - 937. -: Elsevier, 2010.
Smith, V. Kerry. «Environmental Economics.» En International Encyclopedia of Social & Behavioral Sciences, de Neil Smelser y Paul Baltes, 4611 - 4617. Oxford: Pergamon, 2001.
[1] Quantitative health impact and burden of disease assessment of traffic-related air pollution. Mueller, Natalie, Mark J. Nieuwenhuijsen, y David Rojas-Rueda. 2020. [2] Environmental Economics. Smith, V. Kerry. 2001. [3] Environmental Economics. Smith, V. Kerry. 2001. [4] Entendidas como aquellas que se producen siempre que una persona o empresa realice una actividad que afecta al bienestar de otros que no participan en la misma, sin pagar ni recibir compensación por ello. [5] Environmental Economics. Smith, V. Kerry. 2001. [6] Environmental Economics. Smith, V. Kerry. 2001. [7] Energy, the Environment, and Technological Change. Popp, David, Richard G. Newell, y Adam B. Jaffe. 2010 [8] Resource and Environmental Economics. Morrissey, Karyn. 2019. [9] Laudato Si’. Francisco, 2015.