Cuando un líder religioso abusa de un menor, la discusión pública y las notas de prensa son inmediatas, para hacerlo de forma responsable, es importante tomar en cuenta algunas consideraciones en las que se sitúe al centro de la discusión el cuidado, los derechos y el bienestar de los menores.
Para abordar este tema con profesionalismo y respeto sostuvimos una conversación con Silvia Correa Ávila, psicóloga especialista en protección de la niñez, quien resaltó la mirada adultocéntrica que se sobrepone y margina los intereses superiores de la niñez como uno de los principales factores que revictimizan a los menores lejos de protegerlos. Esto nos habla del comportamiento de nuestras sociedades y es un llamado para prepararnos en la prevención del abuso y la violencia infantil, así como para capacitarnos para acompañar a los niños y niñas violentados.
En el caso de los líderes religiosos y espirituales hay agravantes que se deben tomar en cuenta ya que ellos “representan una imagen de construcción de paz y de humildad”, en palabras de la psicóloga Silvia Correa; con lo que no estamos hablando sólo de la autoridad de un adulto común frente a un niño, sino de la autoridad de un adulto que representa a la divinidad, es decir, el espectro religioso y espiritual en el que habita la divinidad. Se trata de un representante de la fe, cuyas palabras son asumidas y avaladas por sus seguidores como referencia de vida. El líder religioso además es una autoridad que inspira confianza. Por eso el abuso de su parte cobra una mayor relevancia.
Para un niño el adulto es quien tiene poder, biológicamente es más grande y el niño más pequeño. Además, en el contexto social que vivimos, no se le da credibilidad a los niños frente a personas que justifican los actos de abuso. No es un niño y un adulto sino un niño con toda una sociedad en su contra.
Ante los casos en los que se ofrece una disculpa pública, la pregunta que aquí surge es si esto se hace para calmar a los medios de comunicación o como un acto de reconocimiento y arrepentimiento por la conducta que se tuvo. La disculpa pública es el primer paso para un proceso de conversión, pero no es suficiente, esta debe ser el resultado de la capacidad para asumir las consecuencias y de la no repetición.
Silvia Correa comenta que muchas organizaciones se centran en la penalización de los hechos de abuso partiendo del respeto y defensa de los derechos de la niñez. La atención mediática se enfoca en el líder espiritual y en los casos de abuso, sin embargo, el rostro de los niños se hace visible, el niño se expone a la mirada pública, y esto representa un daño trascendental y de largo plazo. El interés superior del niño está siendo violentado.
El poder, la autoridad moral y no tener claros los límites de respeto y cuidado, se traducen en la vulneración de los derechos de los niños por parte de las figuras de autoridad y de los medios de comunicación que los siguen exponiendo. Nuestra especialista nos hace un llamado urgente a no publicar las imágenes de los niños, para no revictimizarlos y así cuidar sus intereses superiores y mitigar el riesgo de bullying, de estigmatización y de señalamientos de sus pares.
Al preguntarle a la psicóloga especialista sobre lo que debemos considerar para establecer los límites en el cuidado y respeto de los menores, enfatiza que debemos tener en cuenta:
- El respeto a los derechos de los niños y niñas a no ser violentados.
- Que el riesgo de abuso espiritual, desde una filosofía de vida, se acrecienta cuando se carece de procesos de formación integral en los líderes de fe. Es necesario el trabajo socio afectivo ante la opción de vivir en castidad; la vivencia sana de las relaciones interpersonales para no canalizarlas en la búsqueda de compensar las carencias afectivas.
- Conocer los derechos de la niñez, así como lo que atenta contra su dignidad.
- Identificar los patrones de conductas de abuso y violencia, justificadas en frases como “era broma” o “es juego”. Ya que al hacerlos conscientes podemos reconocer su impacto y modificar conductas.
- No fomentar las relaciones desiguales, por ejemplo, entre un líder de fe y sus seguidores, o entre un jefe y una colaboradora, o entre el proveedor de la familia con su pareja e hijos.
La especialista Silvia Correa, concluyó comentando que un líder de fe, con vocación de servicio, tiene la responsabilidad fundamental de formarse a nivel personal, espiritual, físico, emocional y social, reconociendo su historia, sus propios límites, y la importancia de no repetir patrones de violencia y abuso.
El Papa Francisco ha insistido que estas conductas lastiman y hieren a la niñez y generan una “cancelación de la infancia” y una “llaga”.
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Si desea más información acerca de la prevención del abuso sexual infantil, le invitamos a visitar la página de la "Red no te calles":
https://www.notecallescuentalo.org/consolidacion-de-la-red-no-te-calles-cuentalo-mexico/
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