1. A pesar de lo aparente, hablar de “la producción social de escasez” sólo es un oxímoron* en un sentido muy reducido. En un marco de pensamiento occidental y moderno, la producción nos alivia de la escasez. Lo que se produce se dirige al mercado, donde podrá ser adquirido. La construcción social de la economía a partir de las llamadas “leyes de la oferta y la demanda” suponen que el valor de lo producido se asigna en función de la cantidad disponible que hay de un bien o servicio. Por ejemplo, en el mundo el oro es un recurso exiguo, por ende, siempre ha sido metal precioso. Esto tiene una cierta utilidad en economías consideradas en su simpleza, en las que la explotación de recursos naturales tiene todo el énfasis, pero visto a través de una lente minuciosa la cuestión se vuelve más difícil…
2. Pensemos en el trabajo doméstico, masivamente realizado por mujeres. El hecho de que el trabajo que realizan sea poco remunerado, ¿significa que es abundante? Así se podría suponer, en la sociedad hay muchas mujeres “poco cualificadas” que podrían realizar esos trabajos. En cambio, pensar en el trabajo de un experto en informática que labora para Google por un salario astronómico, o un futbolista o cualquier trabajo “super especializado” nos hace pensar en que sólo hay unos pocos en el mundo y por lo tanto sus horas de trabajo son valiosas. Así, pasamos de la escasez a la asignación de valor, que en las sociedades actuales sólo entendemos a través del patrón dinero.
3. Hasta este punto no hemos llegado a ninguna conclusión escandalosa, pero ¿qué sucedería si afirmáramos lo contrario? En vez de que de la escasez provenga del valor, bien podríamos afirmar que, en el fondo, de la asignación desigual de valor se construye la escasez. El punto central aquí será la desigualdad, como una forma de comprender la inversión de la causalidad.
4. Regresemos nuevamente a nuestros ejemplos anteriores. El hecho de vivir en sociedades patriarcales (patrón de desigualdad) explica por qué el valor del trabajo doméstico culturalmente designado a las mujeres es tan bajo. En consecuencia, la sociedad se organiza para que pueda ser provisto en abundancia: se desincentiva el acceso a las mujeres al mercado laboral, desde la familia hasta la empresa pasando por la escuela. En el otro extremo, la asignación preferente de los empleos bien remunerados y prestigiosos estructura a la sociedad para que una minoría de hombres (de contextos urbanos en países del Norte global, normalmente blancos y de familias establecidas, etc.) tengan fácil acceso a esta clase de trabajos, propiciando que sean unos pocos los que tengan la posibilidad de desempeñarse en tales ámbitos. En la jerga sociológica, son poseedores de un capital privilegiado, que lo es precisamente porque una serie de barreras sociales limitan su adquisición, haciéndolo escaso. La desigualdad puede ser entendida, a un tiempo, como la producción social de la escasez y la abundancia.
5. Esto me permite llegar a una conclusión particularmente polémica: el cambio es cultural. La distribución desigual de valor se cristaliza socialmente en la reproducción de estructuras concretas productoras de escasez. Esta última sólo tiene una función ideológica: hacernos creer que el arreglo es justo y objetivo, está dado y funcional, desconociendo el profundo constructo social que lo anima en una u otra dirección.
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* Oxímoron: Figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto.
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