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Foto del escritorGerardo Cruz

La Palabra en Francisco

Por Gerardo Cruz


Estamos ya a una semana de conmemorar la elección del primer Papa Latinoamericano. El estudio que hemos emprendido en un seminario de jóvenes universitarios a nivel latinoamericano nos ha llevado a descubrir diversas fuentes en el pensamiento teológico pastoral de Francisco. Una de esas fuentes son las literarias latinoamericanas.

En América Latina hay, desde siempre, una honda tradición literaria que fluye en diversas formas: poesía, ensayo, cuento, novela, teatro, etc. Particularmente, el joven jesuita Jorge Mario Bergoglio fue profesor de literatura a nivel bachillerato y logró convocar a las aulas de una escuela barrial en Buenos Aires al gran poeta argentino Jorge Luis Borges. Pero antes que profesor de literatura, fue lector.


La Palabra tiene un poder creador para el Papa Francisco. Las imágenes hechas metáfora pueden recrear un mundo roto en el que vivimos. En el prefacio de Una trama divina. Gesù in controcampo, Francisco hace un nexo entre creación artística y literaria y evangelización, que sin lugar a dudas es el tema central de su pontificado:

«Hago un llamado: en este tiempo de crisis del orden mundial, de guerras y grandes polarizaciones, de paradigmas rígidos, de graves desafíos a nivel climático y económico, necesitamos el genio de un lenguaje nuevo, de historias e imágenes poderosas, de escritores, poetas, artistas capaces de gritar al mundo el mensaje del Evangelio, de hacernos ver a Jesús»

Por eso a los movimientos populares, organizaciones sociales de resistencia y cambio les llama en una carta dirigida a ellos en plena pandemia y en Fratelli tutti, “poetas sociales".



El papa Francisco ha citado a muchos escritores y poetas en muy diversos documentos, mensajes, homilías, encíclicas, discursos, etc. En México, despidiéndose de este país en la fronteriza Ciudad Juárez, recordó a Octavio Paz, nuestro nobel de literatura:

«Soy hombre: duro poco y es enorme la noche.

Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben.

Sin entender comprendo: también soy escritura

y en este mismo instante alguien me deletrea».


Contextualiza así el Papa:

"Tomando estas bellas palabras, me atrevo a sugerir que aquello que nos deletrea y nos marca el camino es la presencia misteriosa pero real de Dios en la carne concreta de todas las personas, especialmente de las más pobres y necesitadas de México."

Antes, había hecho referencia al poeta mexicano en la catedral de México haciendo alusión al famoso ensayo El laberinto de la soledad, para hablar del "destino incumplido de México", cita que usó para insistir en una de sus preocupaciones sociales siendo arzobispo de Buenos Aires, que en su país abundó en su conocida propuesta de "echarse la Patria al hombro".

La identidad de un pueblo en las letras se entiende en la propuesta de Bergoglio en sus múltiples referencias a Martin Fierro. Pero también para trazar horizontes, como lo hace al referir en Colombia a Gabriel García Márquez, otro nobel latinoamericano: "frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida'".



La fuerza de la Palabra, como símbolo capaz de reconstruir el mundo, no pasa por los grandes poetas reconocidos, sino que también por los poetas de los barrios y de las selvas. En Querida Amazonia, reconoce la belleza poética que ha logrado liberarnos del paradigma tecnócrata. Francisco reconoce un “sueño hecho de agua” (43-46), el enorme río Amazonas que atraviesa el bioma considerado pulmón de la tierra. El Papa cita tanto al nobel chileno, Pablo Neruda y al novelista peruano Vargas Llosa, como a poetas locales que han logrado capturar y transmitir la fuerza y la belleza del río Amazonas. Sus poemas, comparte Francisco, “nos ayudan a liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza”.

La referencia a la palabra creadora y a los poetas Latinoamericanos es amplía en Bergoglio y en Francisco, pasa por Marechal, Sarmiento, Benedetti y Mistral, hasta los poetas que tienen sus pies enclavados en la tierra.

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