En una sociedad tan polarizada como la nuestra, la palabra ideología ha recobrado importancia y relevancia. Por todos lados resuenan las acusaciones de promover pensamiento ideológico. Y son acusaciones de peso porque en última instancia se acusa de promover falsedades. Así, usamos la palabra ideología prácticamente como un sinónimo de mentira y con un acentuado sentido peyorativo. Se vuelve un concepto descalificador porque rara vez lo usamos hacia nosotros mismos. Al contrario, el que siempre va a tener y promover pensamiento ideológico va a ser el otro, a quien veo como mi adversario. En cambio yo, mi grupo, quienes pensamos semejantes vamos a tener la filosofía o cosmovisión verdadera hacia la cual debería tender la realidad.
Al final del día, pareciera que reducimos la realidad a una dicotomía (pensamiento ideológico falso y mentiroso / pensamiento verdadero; amigo / enemigo, etc.) y mal usamos el dicho evangélico “¿estás conmigo o estás contra mí?” Este reduccionismo oculta la riqueza de la diversidad y dificulta la convivencia en lo que el papa ha dado por llamar una realidad poliédrica. Cuando el papa Francisco habla del amor político, encuentra una de sus expresiones en la apertura. Y, aunque el pontífice pone el acento en la actuación del político, en realidad es algo que todos podemos y debemos hacer desde nuestra trinchera: estamos llamados a hacer renuncias que posibiliten el encuentro. (FT, 190)
En este sentido, quizá convenga resignificar nuestra concepción de ideología y considerar la tesis central Mannheim: toda forma de pensamiento está socialmente determinada. El pensamiento, más el social y político, no se forma de la nada ni de forma abstracta, sino que responde a intereses, valores y cosmovisiones de grupos sociales enraizados en la historia y la existencia misma. La célebre obra de Mannheim, Ideología y Utopía, pareciera que fue escrita en nuestro tiempo aunque ya tiene casi 100 años de publicada: una sociedad con antagonismos sociales radicalizados donde las acusaciones de promover pensamiento ideológico siembran desconfianza no solo en las ideas del “adversario”, sino también en las “verdaderas” motivaciones de quienes lo sostienen.
Mannheim distingue entre ideología y utopía. Ideología son interpretaciones (no necesariamente conscientes) que justifican un determinado orden social, aunque en realidad solo beneficie o represente a un grupo en particular. En cambio, las utopías son idealizaciones dirigidas a transformar el orden social existente. En ambos casos hay una incongruencia de las ideas respecto a la realidad, solo que en la primera se esconde en una supuesta universalización y en la segunda se asume y se vuelve baluarte del cambio. Pero son los grupos sociales antagónicos quienes le ponen el sello peyorativo, así los grupos privilegiados acusan de irrealizable a todo pensamiento que busque transformar la realidad y los grupos de oposición acusan de legitimistas y hasta de maquiavélicos manipuladores a todo pensamiento que busque conservar el orden social existente. No obstante, tales acusaciones ignoran que ambas formas de pensamiento están fuertemente influidas por factores sociales. Al ignorar estos factores sociales (que algunos autores también denominan base existencial), perdemos la capacidad de comprender la postura del otro y la vemos únicamente como una deformación, una falsedad o un sueño irrealizable; y también perdemos la capacidad de autocrítica para descubrir hasta qué punto mi propia postura también está socialmente influida y es ideología o utopía.
Y esto, quizá, es lo más difícil: someter a examen nuestra propia forma de pensar y de ver el mundo. En nuestro caso como cristianos, también implica mucho trabajo de formación porque siempre corremos el riesgo de hacer pasar como principio cristiano algo que no lo es o que incluso es contrario a nuestra fe. Termino parafraseando al buen libro: ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Deja que te saque la ideología de tu pensamiento», si hay ideología en el tuyo? Hipócrita, reconoce primero la ideología de tu pensamiento, y entonces verás claro para reconocer la ideología del pensamiento de tu hermano.
David Eduardo Vilchis Carrillo
_______________________
Referencias
Mannheim, K., Ideología y utopía. Introducción a la Sociología del Conocimiento. Trad. S. Echavarría. 4ª ed., México, FCE, 2019.
Comments