Por Alejandro Aguilar
¡Felicidades a todas las personas que el trabajo permite vivir con un mínimo de dignidad! Pero antes de ponernos muy festivos, hemos de hacer cuentas. No podremos felicitar al…
· 24% de la población mexicana que aún gana el mínimo y, para ser francos, tampoco al 70% restante que gana menos de 15 mil pesos mensuales (ENOE, 2021).
· 80% de la población asalariada que no cuenta con contrato, lo que les hace vulnerables a toda clase de abusos (Observatorio de Trabajo Digno, ACFP).
· 55.9% de la población empleada en el mercado informal en puestos de trabajos precarios, sin seguridad social ni reconocimiento público. Tampoco al 8% de la población que, a pesar de tener empleo, busca trabajar más horas debido a los bajos ingresos de su fuente principal (ENOE, 2019).
· 4.2% de las personas desempleadas en proporción a la población económicamente activa (INEGI, 2021). No nos engañemos, la medición mexicana es muy laxa al respecto, pues sólo considera desempleadas a personas que manifestaron estar buscando trabajo en el último mes y que laboraron menos de una hora semanal. Claro está, para las estadísticas es muy conveniente considerar como “ocupada” a una persona que trabaja 5, 6 o 7 horas a la semana…
· 21% de la población laboralmente activa que perdió su empleo durante la pandemia, sobreviviendo por meses de ahorros y chambitas esporádicas (Nota bene: los empleos recuperados no siempre son de la misma calidad que los perdidos).
· 86% de las personas que reportan haber sido víctimas de abuso laboral recientemente (Statista).
Tampoco deberíamos enorgullecernos puesto que en México…
· Se trabajan más horas extras que en cualquier otro país de la OCDE, y se pagan menos. De hecho, el 45% de las horas trabajadas no se pagan, habiendo una clara brecha entre hombres y mujeres. Estas últimas cargan desproporcionalmente con el trabajo de cuidados en las familias.
· Los trabajadores tienen menor acceso a mecanismos de negociación colectiva, como los sindicatos. De acuerdo con datos de la OIT, nuestro país se encuentra en niveles similares a la India y sólo por encima de Medio Oriente.
· Las condiciones laborales son las peores de toda la OCDE en la relación trabajo-vida privada. México puntúa en último lugar, con calificación de 0.4 sobre 10, fiel reflejo de horarios extenuantes, exigencia de disponibilidad para trabajar a todas horas, peores salarios y otras prácticas empresariales recurrentes (Statista).
· La brecha laboral de género es de 27%, lo que significa que por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer que realiza trabajo semejante sólo gana 73 (PwC México, Bolsa Institucional de Valores [BIVA] y Mujeres Invirtiendo).
· Muchas otras brechas se encuentran presentes. La población indígena, por mencionar sólo una, tiene ingresos sustancialmente más bajos que sus contrapartes. Mientras que el salario promedio laboral es de 6,350 pesos al mes, los hombres indígenas ganan alrededor de 4,155 pesos mensuales, mientras que una mujer indígena recibe 3,840 pesos (STPS, 2019).
· Entre 2000 y 2020, el salario promedio anual aumentó tan sólo 0.7%, siendo cada vez más insuficiente para copar con las necesidades de las familias mexicanas (Statista).
La lista podría seguir largamente, pero no es mi intención deprimirles. Los datos antes recopilados dan una idea somera, pero contundente, de lo desesperada que es la situación del trabajo en nuestro país. Ante un panorama tan sombrío haríamos bien en preguntarnos: ¿cómo pensar en un futuro vivible y qué lugar tendría el trabajo en él? Trataré de responder esta interrogante dentro de 15 días.
¡Hasta pronto!
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