En el Pacto Educativo Global, la función de los docentes, como agentes de la educación, debe reconocerse y respaldarse con todos los medios posibles. Si nuestro objetivo es brindar a cada persona y a cada comunidad el nivel de conocimientos necesario para tener su propia autonomía y ser capaces de cooperar con los demás, es muy importante considerar la oportunidad que nos ha dado la pandemia de reconocer y celebrar las aportaciones de familias, escuelas y sociedad por el bienestar de cada estudiante.
En palabras de la educadora Elisa Guerra Cruz de la UNESCO: “Ahora que los maestros piden acciones concretas de los padres para la educación en casa, y ahora que los padres están reconociendo la complejidad y demandas de la labor docente, podríamos estar en la antesala de una revolución del aprendizaje que integre a los padres-educadores, que valore a la profesión docente, y que cumpla su promesa de elevar a cada individuo a su máximo potencial humano”.
Uno de los siete compromisos a los que nos invita el Papa Francisco al aceptar poner en práctica el Pacto Educativo Global es tener a la familia como primera e indispensable educadora.
Después de que lean el artículo del Dr. Javier Sierra: "¿Quién enseña?", tal vez estén de acuerdo conmigo que sería acertado decir que cada miembro de la familia sin importar su edad es docente ya que cada uno de ellos “hace que alguien aprenda” y entonces el compromiso que se nos presenta en cualquier comunidad a la que pertenezcamos es ser verdadero ejemplo de humanidad, respeto y solidaridad para trabajar juntos por la civilización del amor, la belleza y la unidad así como de la salvaguardia de la tierra que pisamos.
Y si estamos conscientes de cada vida con la que interactuamos o tenemos contacto, ya sea en la familia, la escuela, la sociedad o la naturaleza no podemos por ningún motivo permitirnos menospreciarla sino estar a la altura de todas aquellas personas que asumen el verdadero rol de enseñar.
¡Hasta la próxima!
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