Dr. Fernando Aragón-Durand
El mundo que está experimentando transformaciones dramáticas y rápidas. Todo, el aire que respiramos, los océanos que navegamos, los paisajes congelados, los bosques y la intrincada red de vida. Es la realidad que enfrentamos hoy en día. Las actividades humanas están causando cambios profundos en nuestro clima y dando lugar a eventos extremos en todo el mundo. Esto, a su vez, está provocando impactos negativos generalizados, causando daños tanto a la naturaleza como a las personas.
Sin embargo, los efectos de estos cambios no se distribuyen de manera equitativa. Las comunidades que históricamente han contribuido menos al calentamiento global, y por ende al cambio climático, son las que más están sufriendo las consecuencias. Por esto, se requiere una amplia diversidad de acciones climáticas de manera urgente y una decidida cooperación global para reducir de manera sustancial las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y así estar a la altura del desafío.
Todavía tenemos una gran oportunidad para crear un futuro en el que todos podamos prosperar. Para lograrlo, necesitamos construir comunidades y economías que puedan crear y ejecutar rutas de desarrollo climáticamente resilientes. Esto implica encontrar formas de adaptarnos a estos cambios al mismo tiempo que reducimos nuestro impacto en el medio ambiente.
A corto plazo se han identificado muchos beneficios de la acción climática. De acuerdo con el más reciente reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC[1] , por sus siglas en inglés) (2023), la implementación profunda, rápida y sostenida de medidas de mitigación y la aceleración en la ejecución de estrategias de adaptación en esta década reducirían de manera significativa las pérdidas y daños proyectados para los seres humanos y los ecosistemas, y generarían numerosos beneficios, especialmente en términos de calidad del aire, salud pública y protección de los más vulnerables.
La demora en la adopción de medidas de mitigación y adaptación implicaría el incremento de emisiones de GEI, lo que aumenta los riesgos y costos crecientes, reduciría la viabilidad de las acciones efectivas y aumentaría las pérdidas y daños. Las acciones a corto plazo pueden requerir inversiones iniciales significativas y cambios potencialmente disruptivos, no obstante, estos pueden atenuarse mediante diversas políticas públicas.
En 2015, se firmó el Acuerdo de París, en el que 174 países y la Unión Europea se comprometieron a abordar el cambio climático. En el centro del acuerdo están las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), compromisos específicos de cada país para mitigar el cambio climático. El objetivo principal de las NDC es limitar el aumento de la temperatura global a un rango seguro, entre 1.5 y 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Sin embargo, para 2018, ya habíamos superado el límite de 1 grado Celsius de aumento de temperatura, lo que hizo que la implementación de las NDC fuera aún más urgente.
México estableció metas en su NDC de 2015 pero reconoció que no eran suficientes. El Acuerdo de París exige que los países revisen y aumenten sus metas establecidas en su NDC cada cinco años. La sociedad civil desempeña un papel importante al impulsar políticas climáticas más ambiciosas. En 2022, México presentó una nueva versión de sus NDC con metas más ambiciosas. La Iniciativa Climática de México (ICM) elaboró el documento NDC desde la sociedad civil en 2022 para establecer metas más ambiciosas de mitigación y justicia climática.
Llevar a cabo acciones efectivas contra el cambio climático es como armar un equipo ganador. Necesitas un compromiso político sólido, un plan de juego alineado, y las herramientas y recursos adecuados para hacerlo realidad. En primer lugar, necesitamos que nuestros líderes y tomadores de decisión estén completamente comprometidos. Eso significa que deben estar dispuestos a marcar la diferencia. También necesitamos metas claras y un plan de juego que cubra todas las bases, en el cual todos trabajen de manera conjunta, desde el nivel local hasta el global. Esta colaboración asegura que todos estemos en la misma sintonía cuando se trata de abordar el cambio climático.
Pero tener las estrategias y leyes adecuadas es solo el comienzo. También necesitamos el dinero y la tecnología para respaldarlas. Ahí es donde entran en juego el financiamiento y la tecnología de vanguardia. Proporcionan el apoyo necesario para convertir los planes en acción. Tenemos grandes objetivos climáticos, pero para alcanzarlos, necesitamos mucho más financiamiento tanto para adaptarnos a los cambios climáticos como para reducir nuestras emisiones de GEI. El dinero, la tecnología de vanguardia y el trabajo en equipo a nivel global son los pilares para llevar a cabo la acción climática de forma acelerada.
Es importante recordar que la acción climática no se trata solo de una tarea, sino de una variedad de políticas alineadas que faciliten el trabajo conjunto. Cuando coordinamos diferentes áreas como energía, transporte y agricultura, podemos lograr un gran impacto. Asimismo, debemos aprovechar la sabiduría colectiva de diversas comunidades locales y expertos. Combinar diferentes conocimientos y experiencias nos ayuda a encontrar soluciones innovadoras y hacer que nuestras comunidades sean más resilientes al cambio climático.
La buena noticia es que hay dinero disponible, pero no siempre va a donde más se necesita para la acción climática. También necesitamos potenciar nuestro abanico de tecnologías. Eso significa idear nuevas y brillantes soluciones y asegurarnos de que se utilicen en todo el mundo, especialmente donde más se necesita. Piensa en ello como una actualización de nuestra caja de herramientas para combatir el cambio climático.
Finalmente, no debemos olvidar priorizar la equidad, la justicia climática, la inclusión y los procesos de transición justa que pueden facilitar acciones de adaptación y mitigación ambiciosas para lograr un desarrollo resiliente a los cambios en el clima. Fortalecer las medidas de adaptación resulta particularmente beneficioso cuando brindamos un mayor apoyo a las regiones y comunidades que enfrentan la mayor vulnerabilidad a los riesgos climáticos. Además, la integración de estrategias de adaptación climática en los programas de protección social mejora significativamente la resiliencia en general.
Existen múltiples enfoques para reducir el consumo intensivo en emisiones de GEI, que incluyen cambios en el comportamiento, producción y consumo de energía y en los estilos de vida. Estas aproximaciones no sólo contribuyen a mitigar el cambio climático, sino que también generan beneficios adicionales que mejoran el bienestar general de la sociedad. Las decisiones y acciones que tomemos en esta década darán dividendos intergeneracionales, beneficiando no solo a nosotros, sino también a las generaciones futuras. Así que, manos a la obra, trabajemos juntos en un futuro más saludable y sostenible para todos.
[1] IPCC, 2023: Summary for Policymakers. In: Climate Change 2023: Synthesis Report. Contribution of Working Groups I, II and III to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [Core Writing Team, H. Lee and J. Romero (eds.)]. IPCC, Geneva, Switzerland, pp. 1-34, doi: 10.59327/IPCC/AR6-9789291691647.001
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El mundo entero necesita prestar más atención al cambio climático porque es cada vez más grave basketball stars
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