Alejandro Aguilar Nava
La justicia social es un concepto paraguas, es decir, es una forma de conjuntar demandas diferentes a partir del deseo de construir una sociedad incluyente. Entre ellas han adquirido especial relevancia, debido a la gravedad de la situación, las demandas relativas al cambio climático, la degradación ambiental y la extracción de los recursos naturales. Bajo diversos estandartes, el ecologismo reivindica un hecho radical: ¡hemos sobrepasado los límites del planeta y si no actuamos pronto el daño puede ser irreparable!
Sin embargo, dos precauciones son necesarias a la hora de acercarnos al problema. La primera, evitar descuidar las luchas tradicionales por la erradicación de la pobreza y la reducción de las desigualdades a la hora de enfocarnos en la preservación de la naturaleza.
Podemos mencionar dos razones para buscar equilibrar ambos mandatos, una de principios y otra de consecuencias:
Porque resulta poco ético buscar una existencia en armonía con la naturaleza sin buscar resolver el problema de la coexistencia con las otras personas, excluidas y marginadas. Como afirmara el papa Francisco, el clamor de la tierra es el clamor de los pobres.
Porque la experiencia ha demostrado que es prácticamente imposible reducir el impacto que tenemos sobre nuestro entorno sin aliviar las necesidades de los más vulnerables puesto que las zonas de conservación normalmente coinciden con las poblaciones de bajos recursos. De esto no se deriva, como engañosamente se ha manejado en el discurso público, que son los principales responsables de la degradación ambiental, cuyas causas provienen mayoritariamente de los países llamados “desarrollados”.
La segunda precaución tiene que ver con el tradicional descuido de ciertos discursos ecologistas por la situación de las ciudades. En ocasiones, la romantización de la naturaleza nos hace preocuparnos por cuestiones ambientales únicamente al exterior de las ciudades, dando a estas por perdidas. Si bien es indispensable preservar y recuperar las selvas, bosques, lagos y mares de nuestro extenso país, mal haríamos en obviar el ecosistema “artificial” en que vivimos mayoritariamente. Atender la cuestión urbana no puede ser dejada de lado.
La Ecología integral es un llamado a trabajar juntos por el cuidado de la Casa común.
Reflexionemos sobre las principales problemáticas socioambientales, desde una perspectiva multidisciplinaria para plantear propuestas integrales que nos permitan enfrentarlas.
Comprendamos el aporte de diversas formas de saber, creencias religiosas y espiritualidades, para reorientar nuestra relación con la naturaleza
Analicemos y relacionemos las distintas iniciativas pastorales, sociales y de políticas públicas, tanto globales como regionales, que se encuentran asociadas al cuidado ecológico y el desarrollo desde la ética social cristiana.
Te invitamos a formar parte de espacios de diálogo, difusión y acción por el cuidado de la creación, en el IMDOSOC nos hemos dado a la tarea de plantear, reflexionar y cuestionarnos a través de actividades formativas. Conoce más aquí: