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Amor, finanzas y la economía actual

Por Fernanda Estrada[1]


A lo largo de estos 7 semestres estudiando la carrera de finanzas, jamás me había preguntado qué tan grande ha sido el impacto que tienen, hablando ética, moral y socialmente. Claro que nos hablan de pensar en el bien común, en ser éticos, pero con esto se han referido más a respetar las leyes y no “dañar (económicamente)” a la sociedad, pero ¿realmente nos preocupamos en buscar apoyo a las personas con menos recursos? ¿Nos damos cuenta de la indiferencia que existe hacia ellos? ¿Somos conscientes de diferencias que provoca el nivel socioeconómico? La respuesta más honesta que puedo dar es un no, realmente no. Bancos, empresas, negocios, buscan su propio beneficio, crecer su capital, buscar inversionistas, personas que puedan comprar sus productos, crear más productos. Las personas que estamos dentro de este campo (y tengo que aceptarlo), la mayoría entramos con la meta de hacer o ganar dinero. Para la mayoría de los financieros, especialmente, esa es su meta y su razón de trabajar en el sector.


Olvidamos la parte más importante de la vida y nos dejamos cegar por el capitalismo y consumismo: olvidamos lo que es realmente el amor. No solamente es donar un cheque a hospitales o beneficencias o darle una moneda a una persona en la calle para sentir que estamos ayudando a las personas, el amor no busca un beneficio propio, no es dar lo que nos sobra, no es dar con lástima o con enojo o fastidio, tener caridad es dar con amor, no esperar nada a cambio, no buscar ser reconocidos antes alguien al hacerlo, es un acto de servicio, algo honesto.


“No puede no ser noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa.” Esta es una triste realidad que me impacto leer. ¿Dónde ha quedado nuestra caridad, el servir a los demás y buscar el verdadero “bien común”? Nuestra cultura ha cambiado y hemos olvidado la razón de ser una comunidad, una sociedad y un país, hemos olvidado qué es lo que nos hace sentir felicidad y amor real.


La verdadera felicidad reside en la capacidad de ayudar a los demás. Cuando extendemos una mano amable hacia aquellos que nos rodean, experimentamos una sensación de plenitud que trasciende el egoísmo y el individualismo. Al brindar apoyo, comprensión y empatía, creamos conexiones genuinas que nutren nuestra alma y enriquecen nuestras vidas de formas inimaginables.


La alegría auténtica no se encuentra en la acumulación de posesiones materiales, sino en el impacto positivo que dejamos en la vida de otros. Al ser una luz en el camino de alguien más, contribuimos a construir una comunidad de amor y solidaridad. Esta noble labor no solo mejora la vida de quienes reciben nuestra ayuda, sino que también nutre nuestro propio ser, infundiendo un sentido profundo de propósito y satisfacción interior. Encontrar la verdadera felicidad es, en esencia, un acto de generosidad y servicio desinteresado que ilumina no solo la vida de los demás, sino también la nuestra propia. En este ciclo virtuoso de dar y recibir, descubrimos la belleza etérea de vivir para algo más grande que nosotros mismos: el bienestar colectivo y la felicidad compartida.

[1] Estudiante de séptimo semestre de la Licenciatura en Finanzas en el ITESM.

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