Dr. Adrián Fernández Bremauntz y Dr. Fernando Aragón-Durand
El cambio climático es una de las consecuencias más graves de la crisis socio-ambiental en la que nos encontramos y representa, según los expertos, el desafío global más grande que la humanidad haya enfrentado hasta ahora. A medida que la temperatura global continúa aumentando debido a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, los impactos en el mundo y en México son más evidentes y preocupantes.
Este fenómeno está agravando la ocurrencia de eventos climáticos extremos, tales como huracanes y sequías. México es particularmente susceptible a estos eventos climáticos, y es innegable que tanto su frecuencia como su intensidad están en constante aumento. Por ejemplo, nuestros recursos hídricos están siendo afectados por el calentamiento y las consecuencias se reflejan en sequías más extremas que disminuyen la disponibilidad de agua para las ciudades, distritos de riesgo y los cultivos de temporal. Las sequías prolongadas están afectando la agricultura, la disponibilidad de agua dulce y la seguridad alimentaria, mientras que los huracanes más potentes están causando daños devastadores en las zonas costeras y en regiones más extensas como ya se ha constatado con los impactos de los huracanes Stan (2005) e Ingrid y Manuel (2010) en Chiapas.
La desertificación reduce la producción de forraje en el norte del país, y los bosques se ven afectados, alterando la distribución y composición de especies arbóreas. El incremento en temperaturas extremas aumenta el riesgo de estrés de calor para el ganado con el consiguiente aumento de enfermedades y plagas. Las playas desaparecen, los arrecifes de coral se degradan y los ecosistemas marinos se ven amenazados, lo que disminuye la atracción de las zonas turísticas.
Además, este fenómeno está teniendo un impacto significativo en la salud de las personas. Las altas temperaturas actualmente aumentan la mortalidad y morbilidad en América del Norte, con impactos que varían según la edad, género, ubicación y factores socioeconómicos[1] Se proyecta que el incremento de las temperaturas aumentará la mortalidad relacionada con el calor en lo que resta del S.XXI en Norteamérica y que son las personas de edad avanzada en las áreas urbanas experimentarán el mayor aumento en la mortalidad relacionada con golpes de calor [2]. En parte, esto ha sido agravado en las ciudades donde las áreas verdes se han ido perdiendo rápidamente, y el concreto y asfalto hacen más intenso el efecto de “islas de calor”.
El cambio climático también tiene y tendrá un impacto significativo en la economía mexicana. La agricultura, que es una parte fundamental de la economía del país, se ve amenazada por la variabilidad climática y las sequías. La disminución de los rendimientos de los cultivos y las pérdidas de ganado como consecuencia de las condiciones climáticas extremas tienen un efecto perjudicial tanto en los ingresos de las y los agricultores como en las comunidades rurales que dependen de los flujos económicos de esta actividad.
Además, el turismo, otra fuente de ingresos de gran relevancia para nuestro país, también sufre las consecuencias del cambio climático. El aumento del nivel del mar y la erosión costera impactan directamente en las zonas turísticas costeras, lo que resulta en la pérdida de atractivos naturales y daños a la infraestructura turística. La pérdida de corales por acidificación de los océanos haría que perdieran su atractivo zonas que ahora son polos de actividad económica turística.
Las consecuencias de los impactos están relacionadas no solamente con la ocurrencia de los peligros naturales sino con la vulnerabilidad de las poblaciones y ecosistemas y sus capacidades de adaptación. Los impactos observados y proyectados del cambio climático perjudican de manera desproporcionada los medios de vida y economías de las personas más vulnerables. Los medios de vida dependen de una serie de actividades estrechamente relacionadas con los ecosistemas, tierras, aguas y territorios tradicionales. Estas actividades soportan una base económica central y una variedad de sustento, que incluye estabilidad financiera, seguridad alimentaria, salud y nutrición, seguridad, y disposiciones y reservas adecuadas de suministros y recursos importantes, así como la transmisión de conocimientos tradicionales. Un ejemplo son las personas indígenas quienes tienen un mayor riesgo de perder sus vidas debido a factores que se ven exacerbados por los impactos del cambio climático. Por ejemplo, la mayor escasez de agua debido a las temperaturas más altas y la disminución de la precipitación han llevado a una reducción en los rendimientos de los cultivos para los agricultores mayas en Yucatán [3].
No obstante, hay razones para el optimismo. A medida que avanzamos, nuestro conocimiento acerca de la interconexión entre la dinámica atmosférica, los ecosistemas y las sociedades se expande. La comunidad científica internacional, a través de los Reportes del IPCC [4], nos ofrece información valiosa y muy útil para entender los efectos actuales y futuros en los ecosistemas, ciudades, economía y sociedad. A comparación de hace 10, 15 o 30 años, ahora entendemos mejor el cambio climático y sus efectos.
Los impactos tangibles, como las pérdidas en viviendas, formas de vida y daños a la infraestructura debido a eventos como inundaciones han ocasionado que la percepción del riesgo climático aumente. Este incremento en la percepción es un factor fundamental para crear una conciencia climática necesaria para actuar. En una encuesta [5] reciente, realizada en México, se encontró que para el 73% de los encuestados, el cambio climático representa una amenaza económica, ambiental y social importante, y en los estados más vulnerables (los del sureste), los impactos del cambio climático y eventos extremos tienen implicaciones significativas para el estilo de vida de las comunidades. La percepción del riesgo climático en México está influida por experiencias previas con eventos extremos, características sociodemográficas, nivel de marginación y exclusión económica y social, así como los niveles de educación [6].
Es innegable la amenaza creciente para México: la emergencia climática representa un problema serio para nuestro país en múltiples niveles. Los impactos en el medio ambiente, la economía y la sociedad son evidentes y requieren una acción urgente. Es esencial que México y la comunidad internacional trabajen juntos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, adaptarse a los cambios observados y proyectados y proteger a las comunidades más vulnerables. El futuro de México y del planeta depende de la acción decidida y colaborativa para abordar este desafío global. No hay excusa, es hora de actuar de forma responsable y decidida.
Contamos con la información necesaria para saber dónde invertir en resiliencia climática a favor de las comunidades más vulnerables. Sabemos dónde están los manglares que tenemos que restaurar y conservar para que protejan nuestras costas y a la gente que vive y trabaja en ellas. Sabemos dónde están los humedales que tenemos que mantener funcionales para que nuestras poblaciones sean más resistentes a las inundaciones del futuro, y donde están las cuencas cuyas zonas de recarga de acuíferos nos permitirán enfrentar a las sequías acentuadas de las próximas décadas.
Y para evitar un mundo que enfrente un calentamiento global de más de dos grados centígrados, cuyas consecuencias serían mucho más graves que estas mencionadas, hemos que desplegar toda nuestra imaginación para un cambio tecnológico y de prácticas cotidianas. Cada sector tiene una frontera tecnológica, y la tenemos que recorrer, combinando regulaciones, subsidios, impuestos, financiamiento y negociaciones. Para que ocurra rápido, bien, y pensando en todas y todos. Ejemplos de esto son los cambios en movilidad eléctrica, autos y autobuses, a la vez que se impulsa la movilidad activa y el transporte público. Opciones que están ya aquí o a la vuelta de la esquina. Los cambios en dietas y patrones de consumo, cambios culturales que pueden comenzar de una vez. La inversión en soluciones basadas en la naturaleza, la captura y almacenamiento de carbono en bosques y otros ecosistemas, ya puede tener negociaciones con las comunidades que son propietarias de estas tierras. Algunos otros sectores, como el cemento, el acero, la aviación, requerirán tecnologías que ahora sólo están en desarrollo, pero como sociedad hemos de estar listos y listas para actuar en cuanto las opciones estén claras. Una economía productiva, justa y de bajo carbono en México está a nuestro alcance, y podemos comenzar ahora a ir rápidamente hacia ella.
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Dr. Adrián Fernández Bremauntz
Doctor en Ciencias Ambientales por el Imperial College of Science, Technology and Medicine de Londres. Actualmente se desempeña como Director Ejecutivo de Iniciativa Climática de México.
Dr. Fernando Aragón-Durand
PhD en Development Planning Unit por The University College London. Actualmente es consultor internacional e investigador sobre temas de adaptación al cambio climático.
[1] Vicedo-Cabrera et al., 2021 citado en Hicke, 2022 [2] Hicke et al 2022 [3] Sioui, 2019 citado en Hicke 2022. [4] Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático por sus siglas en inglés. [5] Hicke, J.A., S. Lucatello, L.D., Mortsch, J. Dawson, M. Domínguez Aguilar, C.A.F. Enquist, E.A. Gilmore, D.S. Gutzler, S. Harper, K. Holsman, E.B. Jewett, T.A. Kohler, and KA. Miller, 2022: North America. In: Climate Change 2022: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [H.-O. Pörtner, D.C. Roberts, M. Tignor, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, A. Alegría, M. Craig, S. Langsdorf, S. Löschke, V. Möller, A. Okem, B. Rama (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, UK and New York, NY, USA, pp. 1929–2042, doi:10.1017/9781009325844.016. [6] Hicke et al 2022.
El IMDOSOC mediante el "Diplomado de la Casa Común" aborda cada año de manera integral esta amenaza creciente: la emergencia climática, junto con otros temas clave como la biodiversidad, la migración forzada debido al cambio climático, la implementación de huertos ecológicos para la seguridad alimentaria y el desarrollo sustentable como camino hacia un futuro más equitativo. Y buscamos a los actores que pueden contribuir a la transformación, tú puedes ser uno de ellos.
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